Investigadores del Instituto de Tecnología de Nueva Jersey han demostrado que los microplásticos pueden convertirse en lugares propicios para que crezcan bacterias y patógenos resistentes a los antibióticos.
Una vez que los microplásticos se escapan por los desagües domésticos y entran en las plantas de tratamiento de aguas residuales, forman una capa viscosa de acumulación o biopelícula. Es en su superficie en donde crecen los microorganismos patógenos y en donde los residuos de antibióticos se adhieren.
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