Un estudio de ADN antiguo proporciona información sobre el desarrollo y estructuras sociales de comunidades rurales europeas tras la caída del Imperio Romano. Sugieren que las élites medievales tempranas, o aquellas de mayor estatus social, estaban compuestas inicialmente por múltiples familias con ancestrías genéticas distintas. Con el tiempo, se casaron entre sí y comunidades locales integraron genéticamente a recién llegados de diferentes orígenes sociales y culturales. [ Paper (abierto):
www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2317868121 ]