Como la mayoría de las aves, el carbonero común es, mayoritariamente, monógamo. Cada invierno estos vistosos paseriformes vuelven a formar parejas con vistas a la próxima temporada de cría y pasan casi todo el tiempo juntos en labores tan diversas como la vigilancia del territorio, la construcción del nido y la búsqueda de alimento. La solidez del vínculo es palpable, pero ¿qué sucede si se los fuerza a escoger entre el corazón y el estómago?
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