En la ciudad de Omsk, en pleno centro de Siberia, la temperatura puede llegar hasta los 30 grados bajo cero en invierno. En esta urbe rusa de más de un millón de habitantes hay oficialmente 3.500 personas sin hogar (aunque la cifra probablemente sea mayor) que se arriesgan a morir de frío en sus calles durante los meses más duros del año.
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