En el Drácula de Francis Ford Coppola, se ve al comienzo a Vlad Tepes, el personaje real en que se inspiró Bram Stoker, atacando a los otomanos en una batalla nocturna y empalando a los prisioneros. Aunque parezca un recurso sintético del cineasta para explicar cómo Vlad acaba convirtiéndose en un ser maligno, lo cierto es que refleja un episodio histórico: el ataque nocturno de su ejército al campamento del sultán Mehmed II en Târgovişte y el posterior levantamiento de un bosque de miles de empalados que llevaron al sultán a acabar su campaña.
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