Vince Gilligan despidió las cinco temporadas de Breaking Bad con un canción final inesperada: ‘Baby Blue’, de Badfinger. ¿Badqué? Sí, todo el mundo descolocado, salvo los fanáticos del power pop que adoran a esta banda de finales de los sesenta y principios de los setenta. Un grupo maldito, trágico si cabe, una leyenda que pudo reinar y que acabó con el suicidio de dos de sus miembros, arruinados después de que su mánager les timara, Paul McCartney les convirtiera en peleles y su discográfica les sacara todo el jugo.
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