A mediados de noviembre de 1890 Ramon Casas viajó a París, donde pasó una de las temporadas más brillantes y prolíficas de su carrera. Su amigo Rusiñol, que residía allí desde el año anterior, fue a recibirlo a la estación de tren, y ambos fueron a alojarse a la cima de Montmartre, a un recinto conocido como Moulin de la Galette.
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