La presente e irregular edición de la Bienal de Venecia está rodeada de polémicas, pero no debemos dejar que nos distraigan del problema principal que afecta al mundo del arte: ceguera, secuestro e hipocresía. La Bienal se está convirtiendo en una fiesta secuestrada por los ricos, donde el resto de elementos, artistas, comisarios, y sobre todo, espectadores, juegan un rol de agregado. Y donde es perfectamente posible tener pesadillas.
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