No han añadido ni gota de pintura. Parece mentira, pero así es. Los doce años de trabajo de más de 50 expertos, españoles y venidos de Harvard, Stanford o Roma, han devuelto al pórtico de la Gloria su fulgor inicial sin sobrepintarlo. Cuando el maestro Mateo lo culminó, en 1188, los rostros de las más de 100 figuras que lo componen relucían en vivos colores. El tiempo había rebajado esos fulgores. La obra llevaba a cabo por el Proyecto de Conservación Preventiva y Restauración del Pórtico de la Gloria los ha restituido.
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