No cabe duda de que los fenómenos de parasitismo y patogenicidad constituyen uno de los mecanismos esenciales de la evolución de las especies, hasta el punto de que la existencia del sexo como método de reproducción preferido en la mayoría de los animales se deba precisamente a este fenómeno de coevolución entre patógenos y hospedadores. La idea de que la reproducción sexual puede ser una consecuencia de la enfermedad es contraintuitiva, así que permítanme que la elabore un poco más.
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