Uno de los descubrimientos más interesantes es que, a diferencia de lo que se podría imaginar, los romanos no dependían solo de alimentos fríos o preservados. Van Vliet señala que, a través de excavaciones arqueológicas en antiguos naufragios, se ha encontrado evidencia de cocinas rudimentarias en los barcos. Estas cocinas, equipadas con grandes calderos y estufas primitivas, permitían a los marineros preparar comidas calientes, un lujo necesario para soportar las duras condiciones de la vida en el mar.
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