Muchas de las fuerzas que conducen las decisiones individuales durante un conflicto, pueden ser modeladas a través de la Teoría de Juegos, que usa de las matemáticas para ayudar a los decisores a escoger una estrategia óptima. Un ejemplo clásico del conflicto inherente entre cooperación y competición es el diabólico Dilema del Prisionero, expuesto por primera vez por el Instituto de Ciencias Avanzadas de Princeton en los años 50, que muestra que dos personas pueden no cooperar incluso si ello va en contra del interés de ambas.
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