Los asiriólogos han tomado el discurso del “tema de la vanidad” como palabras de Enlil, es decir, Enlil le asigna su destino proporcionándole riqueza material, pero Namzitarra lo rechaza a través de su discurso sobre la vanidad. Los dioses determinan el destino, como lo hace Enlil en nuestra historia, pero no imparten actitudes reflexivas relacionadas con la vida humana.
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