Marzo del año 2050. Los Gobiernos hacen malabarismos para alimentar a la población tras una década de pésimas cosechas: el clima es cada vez más extremo y los periodos de sequía se alternan con episodios catastróficos: huracanes, inundaciones, olas de frío, nevadas intempestiva. Mientras los políticos se muestran impotentes, los mejores científicos del planeta tornan confiados sus ojos al cielo, sobre el que se extiende una malla de satélites observacionales capaces de sentir el pulso mismo de la Tierra...
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