Probablemente los hayas visto en lugares tan dispares y rocambolescos como muros, portales, capós de coche o incluso en la fachada de templos, incluidas las piedras de la Catedral de Santiago. A los humanos nos encanta dibujar penes allá donde vamos. Cómo, dónde y con qué materiales es lo de menos, pero llega con darse una vuelta por las calles de cualquiera ciudad o pueblo para comprobar cómo asoman siluetas enhiestas, más o menos fieles a la biología.
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