El origen de la representación escrita de la ñ lo encontramos en la Edad Media y proviene de la unión de la n y la virgulilla (~) representaba a una n pequeña y "achatada" cursivamente, que con los siglos derivó en una raya, ya que este fonema nasal palatal no existía en latín, y se representaba por dígrafos como nn, gn o ni. En los monasterios, los copistas tenían la costumbre de utilizar abreviaturas para ahorrar tiempo, tinta y espacio en los pergaminos, y de ahí que se usara la virgulilla.
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