Si tuviera que elegir un solo momento como el más trascendental de todos los acontecidos en la II Guerra Mundial, no podría hacerlo. Hubo muchos. Sin embargo, no creo que nadie ponga en duda que el lanzamiento por parte de los EEUU de dos bombas atómicas a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente, fue crucial en el desenlace de la contienda. Días más tarde Japón se rindió incondicionalmente.
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