Ya casi no lo recordamos pero hace 30 años tampoco existían los planos, ni los folletos explicativos a la entrada, ni las tiendas, ni las librerías y cuando salías del museo lleno de imágenes y de ideas te ibas a casa y no había internet. Había que buscar libros, preguntar a tus padres o profesores e intentar conseguir de alguna manera información sobre lo que te había llamado la atención. La experiencia era prácticamente igual si eras un niño o un adulto.
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