Existen rumores de que durante el invierno de 1868 – 1869 el órgano de la catedral de San Petersburgo quedó totalmente pulverizado cuando el teclista tocó la primera nota. Aunque no he podido encontrar ninguna evidencia clara de este evento, es un hecho bien conocido que algunos órganos de las iglesias de del Norte de Europa se resquebrajaban tras inviernos especialmente fríos. En sus tubos metálicos aparecían unos círculos donde el metal resplandeciente se tornaba gris y se volvía tan frágil que se transformaba en polvo con un ligero roce.
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