Una de las anécdotas más rocambolescas e improbables que circula en torno a la figura de Isaac Newton es la que lo presenta como el inventor de las gateras. Esta historia nos traslada a una estancia de la Universidad de Cambridge en el que realizaba sus experimentos el genial físico. Constantemente interrumpido por los arañazos de sus gatos en la puerta, Newton habría solicitado a un carpintero local que perforase dos agujeros en la puerta, uno de mayor tamaño, para la madre gata, y otro más pequeño para sus crías.
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