Salimos de Bogotá alrededor de las 9 de la mañana y transitamos al suroriente con camino a Villavicencio, en una de las vías más impresionantes posibles: en 80 kilómetros uno baja alrededor de 2.000 metros sobre el nivel del mar, con una seguidilla de viaductos y túneles que hacen que uno olvide que vive en el tercer mundo.
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