El soldado romano era muy supersticioso y procuraba no ofender a los poderes sobrenaturales que influían en su vida, solía rendir culto a una multitud de dioses, incluidas las divinidades locales. Con estas acciones los soldados, conscientes del peligro de su oficio buscaba una protección complementaria mediante oraciones dirigidas a todo el panteón para reforzar la eficacia de las plegarias.
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