Leyendo los relatos de históricos uno se da cuenta que en los romanos el nivel de superstición era muy alto. Pero mucho. Tanto, que hoy en día con toda probabilidad nos causaría gracia leer en una revista o un periódico que un ciudadano haya sacrificado una vaca para calmar la ira de un Dios y así traer más empleos a la ciudad. En la Antigua Roma en cambio esto no era tan gracioso y elocuente. Cualquier portento era tomado muy en serio y si éstos se acumulaban, la paranoia popular escalaba a alturas inimaginables.
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