Un embrujo (el del crimen) que la cultura ha vampirizado a placer también en este enclave neoyorquino. Desde las guerras territoriales de West Side Story, la prosa crujiente de Damon Runyon, los cómics de Daredevil, las películas de James Cagney o incluso la épica de Gangs of New York, el retrato de Hell’s Kitchen y su reputación criminal es nítido: un hervidero de inmigración que década a década ha sido dominada por una cadena ininterrumpida de pandillas, en su mayor parte irlandesas, donde la mafia italiana acabó yendo a pescar
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