Construido en el siglo II d.C., este túnel fue diseñado como parte de un sistema de explotación aurífera que buscaba desviar el curso del río Sil para facilitar la extracción de oro en sus riberas. Hoy, Montefurado sigue siendo una de las obras hidráulicas más impresionantes de la Península Ibérica, atrayendo a curiosos y expertos en arqueología e ingeniería.
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