«Soy nacido en esta noble villa de Salinas de Añana. Soy tataranieto, bisnieto, nieto e hijo de salineros. Lo mío ha sido siempre la sal», cuenta Edorta Loma mientras observa el paisaje que ha estado ahí durante sus 63 años de vida y se halla, además, hilvanado a su familia desde tiempo inmemorial. «Mis antepasados han estado en esto desde el 1540. Digamos que llevo la sal en la sangre«, presume con evidente orgullo mientras merodea por una geografía de estalactitas y riachuelos de tonos cobrizos.
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