Detalles de cumpleaños para cada compañero de clase; pegatinas por aquello del refuerzo positivo; material escolar que ya no se adquiere en la librería del barrio sino online, procedente de miles y miles de kilómetros; ropa, mucha ropa, cada día un modelo distinto, todos ellos, sin excepción, fast fashion. Estamos criando una generación de consumidores que, lejos de pararse a pensar en la trazabilidad de los objetos que adquieren, cada vez los asimilan más a bienes de consumo rápido, y solo las nuevas compras calman su ansiedad consumista.
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