El Centro Andaluz de Prospectiva y Nuevas Teconologías, dependiente de la Consejería de Presidencia de la Junta andaluza y con sede en la Isla de la Cartuja, ha iniciado los trámites preceptivos para inscribir en el Registro Internacional de Patentes de Berna (Suiza) un software que estas Navidades permitirá a grandes y pequeños la degustación catódica de turrones y piñonadas.Jesús Almendros,...
Y lo peor es que tarde o temprano ésto que ahora es un sinsentido será realmente viable. El problema es que igual que generarte una sensación, con una conexión neuronal (que ya hoy son una realidad y estan empezando a ser soluciones muy válidas para parapléjicos) podrán espiar tus pensamientos o incluso alterarlos.
Si lo usáramos en su justa medida (para personas que realmente lo necesitan, por ejemplo, y bajo estrictos controles éticos --empezando porque todo el software que se utilice sea libre-- para suplir una discapacidad) sería muy bueno.
El problema es que, igual que hoy casi nadie da importancia a que el software que controla sus PC, sus móviles, sus aparatos de TV y pronto hasta nuestras neveras o nuestros coches sea privativo mañana tampoco le darán importancia a que lo sea el de una máquina que pueda conectarse diréctamente a nuestro cerebro o (mucho más cercano en el tiempo) que pueda conducir nuestro coche y decidir cuando tenemos que llegar tarde a una reunión o caernos por un barranco.
Comentarios
a veces siento vergüenza de ser andaluz
Un día de éstos patento la gilipollez y de ésta me forro fijo...
lo de los dulces navideños virtuales, para consumirlos en la consola, es el colmo de la Ley de Economía Sostenible.
Pues no sé, pero yo prefiero los turrones de siempre.
Al menos no engordan
#5: Me has quitado las palabras de los dedos.
Y lo peor es que tarde o temprano ésto que ahora es un sinsentido será realmente viable. El problema es que igual que generarte una sensación, con una conexión neuronal (que ya hoy son una realidad y estan empezando a ser soluciones muy válidas para parapléjicos) podrán espiar tus pensamientos o incluso alterarlos.
Si lo usáramos en su justa medida (para personas que realmente lo necesitan, por ejemplo, y bajo estrictos controles éticos --empezando porque todo el software que se utilice sea libre-- para suplir una discapacidad) sería muy bueno.
El problema es que, igual que hoy casi nadie da importancia a que el software que controla sus PC, sus móviles, sus aparatos de TV y pronto hasta nuestras neveras o nuestros coches sea privativo mañana tampoco le darán importancia a que lo sea el de una máquina que pueda conectarse diréctamente a nuestro cerebro o (mucho más cercano en el tiempo) que pueda conducir nuestro coche y decidir cuando tenemos que llegar tarde a una reunión o caernos por un barranco.