Antes, las reformas laborales tenían connotaciones de avance en la conquista de los derechos laborales y sociales; eran el resultado de la lucha ascendente del movimiento obrero, con logros como la conquista de la jornada legal de 8 horas. En las últimas décadas, por el contrario, las reformas laborales dirigidas a “la gestión flexible de la fuerza de trabajo” son el resultado de las demandas patronales, interesadas en reducir a la mínima expresión los derechos de los trabajadores duramente conquistados por las generaciones anteriores.
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Para los que no quieran o no puedan leerlo entero, es recomendable leer las últimas tres páginas, donde se encuentran las conclusiones. Interesante sobre todo este párrafo:
En lugar de aprovechar la democratización política para desarrollar las organizaciones políticas y sindicales, en un sentido de clase auténtico, las mayoría de los obreros se comportaron como población, asociando sus intereses a la competencia electoral, y las aspiraciones de cambio a la fórmula socialdemócrata del Estado de Bienestar. Esto explica en buena parte el comportamiento del voto obrero, orientado mayoritariamente hacia el PSOE, y el que éste tardara apenas cinco años en llegar al poder, en nombre del “cambio” (1982), lo que irá unido al hundimiento del PCE. Luego, la asunción de las políticas neoliberales por los gobiernos del PSOE y las agresivas reformas laborales acometidas en su mandato tardaron en mellar la fidelidad del voto obrero, como lo prueba la persistencia de éste con los escenarios de confrontación social planteados por la contestación sindical. Hasta después de las cuatro huelgas generales, las tres últimas convocadas (en 1988,1992 y 1994) en unidad de acción de CC.OO. y UGT, no será desalojado el PSOE del poder (1996), y no por la izquierda, representada por lzquierda Unida (IU), sino por la derecha, en un ajustado triunfo del PP. Para IU, 1996 fue el momento de mayor captación de voto obrero, coincidente por lo demás, con la propuesta emblemática de IU a favor de la jornada de 35 horas, con la que parece levantar cabeza la política obrera de reparto del trabajo, plasmada en la Iniciativa Legislativa Popular y respaldada por una movilización considerable. Pero esta línea de acción de masas al entrar directamente en colisión con los intereses y estrategias de los sindicatos mayoritarios, no tardará en truncarse. A partir de ahí el voto obrero a IU cae en picado, ante la frustración de expectativas que significa no haber aprovechado ni el tirón electoral, ni la oportunidad bajo el gobierno de la derecha de abanderar con tenacidad, en un momento alcista del ciclo, la recuperación de los derechos laborales y sociales perdidos durante las agudas recesiones económicas. Una oportunidad a la que también renunciaron los sindicatos mayoritarios, en dependencia del anclaje institucional, y más interesados en la firma de acuerdos al precio que sea, que en mejorar la correlación de fuerzas de los trabajadores y de sus propios afiliados. En este sentido, desde la última huelga general (20-J de 2002), lejos de promoverse la estrategia movilizadora que la clase obrera necesita para levantar cabeza y recomponer su fuerza, los sindicatos mayoritarios se han instalado en el discurso del quietismo sindical, en contraste con la ilimitada codicia y arrogancia de las patronales. Ahora, de la clase obrera depende bastante aprender de su historia para acabar con el círculo infernal de las reformas laborales.
A mí lo que me jode, es que a pesar de todo, de celebrarse elecciones ahora -o dentro de dos años, lo mismo da-, el PSOE sacaría sus buenos ocho millones de votos. No digo que haya que votar al barbas, yo no voy a hacerlo, pero mucho llorar y protestar y luego les volvemos a dar las riendas y el látigo.
Va a ser verdad que cada país tiene el Gobierno que se merece.
#2 La gente sólo ve PP PSOE, Barça o Madrid, blanco o negro...
#3 lo peor es que muchos de los que dicen que "la gente sólo ve PSOE o PP" lo dicen porque ellos votan a algún partido nacionalista, nada más. No digo que sea tu caso, que conste.
#9 Efectivamente, no es mi caso.
#2 Quizá parte del problema radique en pensar que poniendo a otros en el poder dejaremos de sufrir estos recortes de derechos laborales que venimos sufriendo desde hace 35 años. Las elecciones no sólo no nos han traído grandes avances en esta materia durante las tres últimas décadas sino que ni siquiera han sido capaces de evitar los retrocesos, mientras que las huelgas sí lo hicieron (el mejor ejemplo, la de 1988, que tumbó toda una reforma completa).
Recuerdo haber escuchado una vez a un cantante, no recuerdo su nombre, decir algo así como "los políticos son los fusibles del sistema. Cuando algo va mal, la gente echa a ese político y pone a otro, pero el problema continúa. Si hay un problema, salta el fusible y todo sigue igual."
#4 Fueron huelgas ex-ante no huelgas una vez se ha aprobado la reforma como ésta última huelga. Los sindicatos siguen desactivados a conveniencia de la sopa boba que les da el gobierno.
#5 Muchas de las huelgas anteriores al franquismo no eran huelgas hechas antes de una reforma perjudicial para los trabajadores, ni siquiera eran huelgas contra una reforma perjudicial recién aprobada: eran huelgas contra leyes que llevaban ya mucho tiempo aprobadas, como la ilegalidad de los sindicatos o la legalidad de las jornadas laborales superiores a las ocho horas diarias. Y los trabajadores, a pesar de todo, ganaron.
Creo que uno de los mayores goles que nos han colado los poderosos a quienes queremos cambiar lo que sea, es hacernos pensar que sólo se pueden evitar las leyes injustas antes de que se aprueben. Y que si ya están aprobadas no pueden cambiarse.
#4 Me ha gustado mucho esa frase. Y creo que tienes razón, mi confianza en los políticos es nula, por eso cuando la gente se volvía loca con Obama yo meneaba la cabeza.
Hay una película española, protagonizada por Juan Luís Galiardo y de cuyo título no quiero puedo acordarme, en la que él es un político de un partido ecologista o algo así. Debido a un error se da a su partido, que era meramente testimonial, como ganador de las elecciones, y en los pocos días que tardan en desfacer el entuerto -lógicamente los partidos "de toda la vida" investigan que ha pasado- vuelve del reves el mundo de la política.
Sé que es una película, pero me encantaría que ganara un partido pequeño por sorpresa -lo de ZP no cuenta, para el fue inesperado, pero el PSOE ya estaba acostumbrado a gobernar-. Seguramente a la larga todo volvería a como está ahora, pero a lo mejor...
Serán los derechos de la "clase obrera". Yo soy autónomo. Los autónomos no tienen derechos.