El valenciano siempre ha sido un pueblo laborioso y constante. Nuestros antepasados consiguieron alterar el tamaño del lago de la Albufera únicamente arrojando capazos de tierra en sus orillas para aumentar la tierra de cultivo. Entre el siglo XIX y el XX, nuestros bisabuelos redujeron la extensión de un lago de 30.000 hectáreas a las actuales 3.000. Capazo a capazo. Aquello fue una demostración de que la más mínima perseverancia es capaz de alterarlo todo: incluso el mapa de un territorio.
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