Predecir el futuro no sirve de mucho por una sencilla razón: incluso aunque estemos acertados no nos creerán. Así ocurrió en 2019, cuando las conclusiones de una simulación sobre lo que ocurriría si un virus respiratorio de origen chino llegaba a Estados Unidos anticiparon la pandemia. Estimaron medio millón de muertos por el Contagio Carmesí, y hoy ya superan allí los ochocientos mil, pero un año antes de que apareciera el coronavirus nadie dio importancia a la predicción, ni se tomaron medidas.
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