Cojamos una habitación de 3x3x3 metros, proyectemos imágenes 3D en alta resolución sobre sus paredes, techo y suelo y entremos en ella con unas gafas 3D con sensores de posición, que informan al ordenador de hacia donde estamos dirigiendo la mirada, para que pueda ajustar la proyección. ¿EL resultado? Lo que vemos en este vídeo
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