¿Es usted inteligente? ¿Tiene el más mínimo sentido común, capacidad crítica o discernimiento? Mal, amigo mío, muy mal. Es usted una rara avis, un apestado, alguien que estorba a los mecanismos del poder y la suave dialéctica del progreso. Le preferimos atontado, observando la pantalla con una de nuestras cenas precocinadas sobre las rodillas.
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