Cuando era niño, hace algún tiempo ya, una de las cosas que más me gustaba, además de ordeñar las vacas, era ir a quitar el estiércol a las cuadras. No era tarea agradable, pero era cosas de hombres. Y cuando estaba allí, herramienta en mano, con mi padre al lado, me sentía mayor. Y quería demostrarles a ellos que era capaz de trabajar como el que más y que ya era un hombre.
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