Herr Karl Benz, que ese era su nombre completo, estaba preocupado por las ventas del producto estrella de su compañía, el Benz-Patent Motorwagen, que venía a ser un triciclo motorizado. Bertha Benz, simultáneamente esposa y socia capitalista en la compañía, confiaba plenamente en las posibilidades comerciales del cacharro, así que decidió embarcarse en un viaje prodigioso para demostrarle a su marido y de paso al público en general todo lo que era capaz de hacer aquella máquina.
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