Este camboyano que nació hijo de agricultores pobres cuando los Jemeres Rojos inauguraban su dictadura a mediados de los 70, ya no soportaba ver cómo se arrasaba la selva en la que creció para que especies como el palisandro terminaran de mueble en alguna casa china; o europea. Pero el mobiliario solo era una parte de la gigantesca maquinaria ilegal levantada por el Gobierno de ese país en la década de los 2000 para repartir millones de hectáreas entre unas 300 empresas que querían suelo libre para desarrollar sus negocios.
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