Gary encaró el pasillo satisfecho por un triunfo inaugural que confirmaba sus sospechas. Por muchas jugadas que calculase, el ordenador era incapaz de pensar, le faltaba instinto asesino. Pero Kasparov se marchó sorprendido por un movimiento en el que Deep Blue realizó una jugada de torre sin sentido. «En situaciones de inferioridad y presión, se bloquea», pensó. Aquel movimiento era una señal de debilidad del ordenador. Algo que le reconfortó. Aquel domingo Kasparov notó que algo no iba bien desde el principio. Algo había cambiado en Deep Blue
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