Cuando Agatha Christie falleció en 1976 se había convertido en la escritora más popular del mundo. Había conseguido lo imposible; publicar más de un libro al año, y todos ellos éxitos de ventas. Casi treinta años después de su fallecimiento, John Curran descubrió un extraordinario legado: 73 cuadernos de la autora, escritos a mano y dos novelas inéditas con Hércules Poirot. "Si ella siguiera viva, no podría competir con Stieg Larsson. Ahora Agatha Christie no vendería tanto porque la sociedad reclama drogas, sexo y violencia" declaró Curran.
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