Suena fatal. Lo sé. Y esa es la razón de que los alimentos irradiados no abunden en las estanterías de los supermercados españoles. Es más, es que son prácticamente imposibles de encontrar. Es lógico porque los consumidores los rechazamos frontalmente (es oír “irradiación” e inevitablemente pensamos en energía nuclear, alimentos radiactivos y el pez con tres ojos de los Simpsons). Pero la realidad es muy distinta.
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