En ese sentido, Andor recuerda a un rincón no tan universalmente popular de la galaxia Lucas: las novelas. O, al menos, a algunas de ellas. El primer motivo es evidente: el manejo de los tiempos es sensiblemente distinto sobre la página impresa, a lo largo de varios cientos de páginas, que en una película que empieza y acaba en dos horas. Sin embargo, una temporada de doce episodios puede permitirse una cadencia más pausada, más afín al medio escrito.
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