No se trata de corridas de toros, que es materia de discusión, ni de la caza del zorro que pertenece a Gran Bretaña, se trata del abandono y la muerte de galgos a manos de sus dueños, criadores y cazadores. Cada año, sea o no temporada de caza, miles de estos animales admirables agonizan colgados del cuello con las patas traseras rozando el suelo, al que se empeñan en llegar para salvarse, hasta morir. Sale más barato que alimentarlos durante el resto del año.
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