En el lenguaje de la ciencia moderna todavía se mantienen los rastros de la influencia árabe: álgebra, algoritmo, álcalis... Son indicios del gran salto en el conocimiento científico que tuvo lugar en Bagdad, Damasco, El Cairo y Córdoba entre el siglo IX y el XII. A principios del siglo VIII, los califas islámicos que gobernaban ese vasto territorio entendieron que el poder político y el conocimiento científico van de la mano. Además, poseer conocimiento era visto como una prueba de la superioridad del nuevo imperio sobre el resto del mundo.
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