«Llevamos años oyendo de los problemas de los niños y adolescentes superdotados, de las burlas e incomprensión que padecen en la escuela, pero nadie se pregunta qué ocurre cuando nos hacemos mayores. Unos sufren en el trabajo porque no se adaptan. Otros porque sus jefes no toleran que sean brillantes. Y se queman. Se pierden para siempre», lamenta la presidenta de la Asociación Española para Superdotados y con Talento.
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