Expuestos cada noche al cielo del desierto de Atacama, los gigantescos ojos del ESO Very Large Telescope, en el Observatorio de Paranal, terminan acumulando una capa de polvo que afecta a sus observaciones. Igual que uno limpia sus gafas cuando se empañan, los espejos de estos telescopios deben someterse a un proceso periódico de limpiado que implica una tarea bastante delicada: sacar, mover y pulir un espejo de 22 toneladas, 8, 2 metros de diámetro y apenas 17 cm de grosor.
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