Cuando una persona da una calada a un cigarrillo, la nicotina fluye hacia el cerebro, se engancha a los receptores en la superficie de las neuronas y produce sentimientos de felicidad. Pero la nicotina no se queda simplemente en la superficie de las células: la droga en realidad impregna las células neuronales y las altera de adentro hacia afuera. Ahora, un equipo de científicos ha desarrollado un sensor de proteínas que brilla en presencia de nicotina, lo que permite a los investigadores observar los movimientos de la nicotina en las neuronas.
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