Unas 500 familias del barrio Sagrado Corazón de Lugo llevan un mes haciendo casi de todo para forzar al Obispado a que dé marcha atrás en su decisión de apartar a los dos sacerdotes de siempre, Guillermo Méndez, que ha envejecido en la parroquia, y a su ayudante, Miguel Fernández Villarino, y poner en su lugar un párroco kiko, es decir, un discípulo del Movimiento Neocatecumenal.
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