Viven juntas desde hace casi 40 años. Se casaron en 2005, en cuanto se legalizó el matrimonio homosexual. Las dos son católicas practicantes. Colaboran activamente en su parroquia y les duele la posición que mantiene la jerarquía de la Iglesia ante la realidad homosexual. "Están dispuestos a bendecir perros, gatos y edificios, pero no una unión homosexual fundada en el amor, en un proyecto de vida en común, en la fidelidad y el respeto", denuncia Paulina.
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