Su nombre era Heinrich Severloh y mató a mil norteamericanos en la playa de Omaha (algunos duplican la cifra). A las seis de la mañana, un oficial lo despertó para anunciarle lo que ningún soldado de la Wehrmach deseaba escuchar: la invasión aliada había comenzado. Y lo había hecho por su sector: Normandía. Inmediatamente se trasladó a su puesto, el nido de «resistencia 62», en el punto conocido hoy como Easy Red, el último baluarte de las tropas alemanas que caería ese día y donde cientos de muchachos se dejarían la vida.
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