Fueron atacados por una veintena de agentes de seguridad, vestidos de negro, sin insignias de la compañía, pero algunos con chapas de Lonsdale, popular entre los grupos neonazis. Armados con porras, bates de béisbol y gases lacrimógenos, llevaban pasamontañas y chalecos antibalas, y estaban allí para llevarse el material de la fábrica bajo órdenes de la Dirección. Mientras lo hacían, golpearon a los trabajadores, que fueron puestos bajo custodia en una habitación, destruyeron salas de informática y confiscaron teléfonos móviles.
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