No habían transcurrido más de cinco minutos del inicio de Un Buen Día (2010) y ya nuestras mentes presagiaban que podíamos estar frente a un caos cinematográfico. La esperanza de que sólo haya sido un presagio y todo se resignificara al transcurrir el tiempo se diluía a medida que los minutos pasaban y nada de lo que veíamos se podía justificar desde ningún punto de vista. Aunque nos duela el alma no se puede omitir decir que estamos frente a la peor película argentina del año.
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